El problema de las traducciones

Cuando nos referimos a la Medicina Tradicional China (MTC) desde occidente, arrastramos un problema centenario que nos complica la vida a todos: las traducciones.

La MTC nace y se desarrolla en un medio cultural lejano en muchos sentidos. No sólo nos separa la lengua, sino algo más profundo: un esquema de pensamiento. La MTC contempla conceptos que nosotros en occidente no tenemos. No es que no sepamos cómo traducirlos. Es que no tenemos un esquema mental equivalente, y mucho menos una palabra para decirlo.

Pongamos un ejemplo: ¿Cómo se dice “Yang” en castellano? De ninguna manera, pues no hay un concepto que lo englobe y tampoco una palabra aplicable. En estos casos hay una solución elegante y honesta: aquello que no tiene traducción no se traduce. Se deja como está, con su cascarón original, y te toca bucear en su significado con mentalidad de extranjero, de quien viaja a territorios desconocidos y se encuentra en una casa que no es la suya.

Pero ese no es el mayor de nuestros problemas. Se nota mucho que es un problema y eso facilita el abordaje. Lo peor viene cuando utilizamos términos que sí existen en nuestras lenguas occidentales, pero para nosotros significan otras cosas.

Me paso la vida explicando a mis pacientes que, en el entorno de la MTC, cuando hablamos de “Bazo” no nos referimos al órgano linfoide del hipocondrio izquierdo, sino a otra cosa que no tiene nada que ver. La “Sangre” tampoco es nuestra sangre. Ni el “Pericardio” es la membrana que envuelve nuestro corazón. Y tampoco el “Corazón” es exactamente el músculo que bombea la sangre. Casi nada es lo que parece. Y todo por el problema de las traducciones.

No dudo de la buena fe de los que tradujeron estos términos hace ya unos siglos. La MTC es fundamentalmente funcional. Describe funciones, procesos, cosas que pasan en nuestro organismo. No estructuras anatómicas, físicas. Y el problema se crea cuando los traductores quieren emparejar las funciones chinas con los órganos anatómicos occidentales.

Es cierto que algunas parejas cuadran. Coinciden. Pero otras no. A la hora de resolver este puzzle complicado se encontraron con que les sobraban funciones y les faltaban órganos. Y a la inversa. Y terminaron de casar las parejas a martillazos lingüísticos.

Hay una “cosa”, una función, que protege al ”Corazón”. Al “Corazón” chino, no al nuestro. Se lo tomaron literalmente y dijeron que la “cosa”, que por cierto se llama Xin Bao, es el pericardio. Pues no. Nada que ver.

Hay una función Yin de la esfera funcional tierra-digestiva, que se llama Pi. La función Yang cuadra bastante bien con “Estómago” pero la Yin no la localizamos en ningún órgano concreto. Además nos sobra el bazo y no sabemos qué hacer con él, así que completamos el crucigrama y llamamos a la “cosa” Yin digestiva “bazo” o “bazo-páncreas”, para hacerlo más redondo y más incomprensible.

Recuerdo haber leído cómo alguien se reía de la MTC diciendo que en su infinita ignorancia consideraba al bazo como un órgano digestivo. Pues no. La MTC no. Los traductores por desgracia, sí.

Y aquí, siglos después, con el problema enquistado, seguimos hablando de bazo, corazón, pericardio, hígado, sangre y cosas parecidas que no son lo que parecen y que nunca lo han sido.

Por otra parte nos resultan familiares otros conceptos como Yin, Yang, Qi que han pasado a formar parte de nuestro imaginario colectivo, y tenemos en lista de espera a San Jiao, Shen, Xue y otras cosas más, que al menos sabemos que no sabemos lo que son.

Casi nada es lo que parece.

La MTC por supuesto no lo es. 


Dr. Federico Santamaría

El problema de las traducciones
Traducción de términos de la MTC.
El problema de las traducciones.pdf (268.79KB)
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Traducción de términos de la MTC.
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